13 de julio de 2012

Visita virtual: HERMES, la gracia olímpica del dios mensajero



HERMES CON EL NIÑO DIONISO
Praxíteles (Atenas, s. IV a. C.)
350-320 a. C.
Mármol de Paros
Museo Arqueológico de la Antigua Olimpia, Grecia
Escultura griega. Período Clásico


     El año 1874 Grecia firmaba un acuerdo para que un equipo alemán realizara una serie de excavaciones arqueológicas en la mítica ciudad de Olimpia. Los trabajos comenzaron al año siguiente dirigidos por Ernst Curtius, que tomó como referencia las anotaciones que hiciera en el siglo II el geógrafo e historiador Pausanias en su obra Descripción de Grecia. Entre sus notas figuraban las esculturas que contemplara en aquella ciudad del Peloponeso, de las que hacía constar "Las que he enumerado son de marfil y oro, y algún tiempo después ofrendaron otras en el Hereo: un Hermes de piedra, que lleva a Dioniso niño y es obra de Praxíteles, y una Afrodita de bronce, obra de Cleón de Sición”. Las pesquisas sobre estas obras dieron su fruto el 28 de abril de 1877, cuando el arqueólogo alemán descubrió en el lugar exacto indicado por Pausanias, en el interior de las ruinas del Heraion (templo de Hera), el grupo escultórico de Hermes con el niño Dioniso, un hallazgo que causó gran sensación y que pasó a ser valorada como una de las obras fundamentales del arte clásico conocido.

     La escultura se hallaba boca abajo y recubierta de una capa de adobe que seguramente perteneciera a uno de los muros del templo. Su estado de conservación era excepcional, a pesar de tener mutilados un pie, el brazo derecho de Hermes y la cabeza del niño. Otros fragmentos se localizaron en las seis campañas siguientes, apareciendo en la quinta de ellas, dentro del mismo templo, del pie del dios y la cabeza del infante, lo que permitió su recomposición sólo a falta del antebrazo derecho. El arqueólogo Ernest Curtius escribía en 1878 una carta a su hermano calificando el descubrimiento como "la gloria coronada de todos los hallazgos hechos en Olimpia".

     Actualmente esta escultura, de una altura de 2,13 metros y realizada en mármol procedente de las canteras de Paros, es uno de los principales atractivos del Museo Arqueológico de Olimpia, siendo aceptada la autoría del escultor Praxíteles, que la habría realizado entre los años 350 y 320 a. C., dentro del Período Clásico, aunque no faltan opiniones de que se trata de una copia romana del siglo I.

     Se trata de una escultura exenta que representa un episodio de la mitología griega: Hermes sujetando al pequeño Dioniso, que extiende sus brazos para alcanzar un racimo de uvas que el joven dios le muestra en su mano derecha. La figura aparece en reposo, apoyando su brazo izquierdo sobre un tronco casi cubierto por el drapeado del himatión (característico manto rectangular griego), siendo fácil recomponer la escena a pesar de la mutilación de algunos elementos.

     Para entender el pasaje es preciso referirse a la mitología griega. Hermes, dios olímpico, era hijo de la pléyade Maya y de Zeus, que tenía como legítima esposa a la diosa Hera. Según el mito, su padre Zeus también mantuvo relaciones con la mortal Semele, hija de Cadmo, rey de Tebas, y de Harmonía, dando lugar a un embarazo que provocó el despecho de Hera, que convenció a Semele para que desconfiase de la verdadera identidad de Zeus y le obligara a mostrar los atributos de su poder como padre de los dioses. Ante esta petición, Zeus desencadenó una enorme tormenta de rayos y truenos, pero al acercarse Semele a su amante reconociéndole como dios supremo cayó fulminada por uno de los rayos. Zeus consiguió extraer de su vientre al niño Dioniso que, para preservarle de la cólera de Hera, se lo entregó a su hermanastro Hermes encomendándole que le trasladara a un lugar seguro. Hermes lo llevó a la montaña Nisa y allí fue criado por Atamante y su esposa Ino y educado por las ninfas.

     Hermes sería venerado como el dios mensajero, protector de las fronteras, de los viajeros y de los pastores nómadas, así como de los oradores y del ingenio, de los literatos y poetas, de los atletas, de los pesos y medidas, de los inventos, de la astucia de los ladrones y del comercio en general, siendo protagonista de gloriosas hazañas ante los dioses del Olimpo. Como atributo porta el caduceo, una especie de vara mágica con la que es capaz de abrir y cerrar los ojos de los mortales y que según el himno homérico recibió de Apolo.

     Por su parte, Dioniso se convertiría en el dios del vino, de la locura ritual y del éxtasis como medios liberadores. También conocido como Baco en la mitología griega y romana, era el patrón de la agricultura y el teatro, cuya misión era mezclar la música de la flauta "aulós" para olvidar las preocupaciones.

     La escultura de Praxíteles está concebida como una instantánea, mostrando el momento en que Hermes, cargado con el niño que debe entregar a las ninfas, hace un reposo en el camino para dar el zumo de las uvas al pequeño Dioniso, en alusión a su misión de adulto como dios del vino. Hermes luce una atlética desnudez, tan sólo calzando sandalias en alusión a su marcha, y porta en su mano izquierda el caduceo metálico (kerikeion), mientras su himatión reposa sobre un tronco. Tanto los cabellos y las sandalias, como el manto de abundantes pliegues, debieron estar originariamente policromados, a juzgar por los restos de pigmentos dorados hallados en algunas cavidades de estas partes, posiblemente aplicado por el pintor Nikias, que policromó muchas de sus esculturas.

     Para su composición Práxiteles pudo inspirarse en el grupo de Eirene portando a Pluto, una alegoría de la paz y la riqueza realizada por su padre, Cefisodoto el Viejo, que se conserva en la Gliptoteca de Múnich.

     La ejecución técnica de la escultura es impecable, con un magistral trabajo de labra y pulimentado, logrando con la finura de las facciones, la cadencia del movimiento corporal y el esbelto canon utilizado para establecer las proporciones, crear una imagen que representa la suma belleza. Por todas estas peculiaridades, junto al sentido de frontalidad, ha sido atribuida al mítico Praxíteles, cuyas esculturas alcanzan una gracia inconfundible a través del uso de la elegante postura de contrapposto que da lugar a la línea serpentinata llamada "curva praxiteliana", del canon estilizado, del virtuoso estudio anatómico y el perfil facial con "nariz griega", todos ellos elementos que se convertirían en arquetipos de belleza clásica en el arte de la escultura.

     En la escultura de Hermes aparecen una serie de peculiaridades técnicas, como la delicadeza de las superficies, el labrado de los cabellos a trépano, el tronco del árbol trabajado con cincel plano y no con gradina, como era habitual, cuyos trazos sí que aparecen en la espalda, así como un pulido que antecede al acabado de la escultura helenística, posiblemente aplicado para su posterior policromía.

     Por sus virtuosas obras, Praxíteles es un destacado escultor de la escuela ática de mediados del siglo IV a. C., con taller instalado en Atenas como tercera generación de una saga de escultores, pues su abuelo, Praxíteles el Viejo, había colaborado con Fidias en la Acrópolis y su padre, Cefisodoto el Viejo, era un escultor reconocido por sus contemporáneos, al igual que la obra de Praxíteles, que después sería admirada por los romanos, que realizaron múltiples copias de sus trabajos.

     En la dificultosa labor de adjudicar autorías, esta imagen de Hermes viene siendo generalmente aceptada como original del artista, a pesar de estar realizada en mármol de Paros, cuando el escultor solía trabajar en mármol extraído del Monte Pentélico, sobre todo por la dulzura y elegancia del cuerpo adolescente, su blandura convertida en sensualidad refinada y por estar dotada de una nostalgia religiosa al presentar a una divinidad con gestos propios de los seres mortales.

Informe: J. M. Travieso.

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